Contar historias es gratificante, tanto para la persona que lo hace como para la que escucha.
Estamos acostumbrados a oír historias, buenas, malas y las que nos dejan indiferentes.
Cuenta historias que cuenten, que tengan peso, que transmitan emociones y valores.
Si cuentas por contar te verán como una persona poco fiable, charlatana y superficial.
Antes de contar, analiza lo que cuentas.
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